sábado, 17 de diciembre de 2011

Conversando con nuestro Obispo - 4to Domingo de Adviento


María nos enseña que lo más importante que hay que preparar para que nazca Dios es nuestro interior, y que la manera que tiene Dios de nacer en cada uno de nosotros es acogiendo su Palabra. María es Templo de Dios, porque lo llevó en su vientre, y también porque se fío de Él: “aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según su Palabra”. Cada uno de nosotros y de nosotras  estamos llamados a ser señal, signo de la presencia de Dios. Y también como comunidad parroquial, como Iglesia viva, no echa solo de piedras, sino construida con personas (“piedras vivas”).

Cada uno de nosotros, y todos juntos como comunidad, tenemos la tarea de comunicar en nuestro entorno, en estos momentos de oscuridad, el misterio de todo un Dios que viene a nacer entre nosotros para estar al alcance de todas las personas. Esta tarea exige una fuerte experiencia interior de Dios, que nos fortalece con su gracia para llevarla a cabo.

Hay pues dos tareas muy urgentes y necesarias ha realizar: tomar conciencia de que somos templos de Dios, preparar nuestro corazón, nuestro interior para su nacimiento, ser señal de su presencia también de manera comunitaria; y en segundo lugar, que esa Buena Noticia llegue a todos los hogares, que sea Navidad verdaderamente para todas las personas.

Recuerda;  Dios nació pobre, vivió entre los pobres y se quedó para siempre en los pobres.  En ellos nace Dios y podemos verle cada día.

P. Rubén González Medina
Obispo de la Diócesis de Caguas

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