jueves, 30 de agosto de 2012

Francisco, hombre de Fe


Por Gilbert Forel, OFMCap

Fecundidad de la Fe en el Misterio Pascual

A medida que Francisco profundiza su fe y le da una expresión concreta, encuentra la repulsa, la ironía y a veces el odio. El entusiasmo de las masas queda para más tarde. Entre tanto, su padre reniega de él y lo cita ante el tribunal del obispo de Asís. De sus conciudadanos no recibe más que socarronerías y burlas. Abandonado de todos, Francisco puede hacer suyo el aspecto de Cristo en la Cruz. Revive en sí mismo la experiencia dolorosa de la aparente ineficacia de Dios, convirtiéndose así en el perfecto imitador de Cristo en la desnudez y desamparo del Gólgota.

Pensamiento Franciscano

Oración de san Francisco: -Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios, todo bien, sumo bien, total bien, que eres el solo bueno, a ti te ofrezcamos toda alabanza, toda gloria, toda gracia, todo honor, toda bendición y todos los bienes. Hágase. Hágase. Amén (AlHor 11).

miércoles, 29 de agosto de 2012

Francisco, hombre de Fe


Por Gilbert Forel, ofmcap

Puesta en marcha de la Fe

Un acontecimiento importante, aunque banal y corriente en aquella época, ayudará a Francisco a realizar la conversión del enfoque de su vida, a preferir «la amargura a la dulzura». Al encontrar un día a un leproso, desciende del caballo y lo abraza (2 Cel 9). Esta victoria sobre sí mismo está repleta de consecuencias. Hasta entonces Francisco evitaba a los leprosos, cuya vista no le procuraba más que repugnancia y horror. Al aceptar mirar al mundo de frente, tal cual es, con sus más indignantes miserias, su fe quedó sometida a una cruel prueba. ¿Qué quedaba de ese Dios todopoderoso que se había comprometido a procurarle lo que él deseaba desde lo más profundo de su corazón, qué le quedaba ante el semblante del leproso? Este hombre desfigurado que moría lentamente, segregado de la sociedad. ¿No siente también éste un profundo deseo de vivir y de ser feliz? ¿Quién es este Dios que reserva su salvación a algunos?

El martirio de San Juan Bautista


Celebramos hoy el martirio, por degollación, de san Juan, el precursor del Señor, que le preparó el camino, lo anunció y señaló, lo bautizó, y luego fue mártir de la verdad y la justicia. Los evangelios nos dicen que Herodes Antipas encarceló a Juan en la fortaleza de Maqueronte porque lo acusaba de vivir con Herodías, mujer de su hermano Felipe. En la fiesta de su cumpleaños, le gustó tanto a Herodes el baile de Salomé, hija de Herodías, que prometió darle lo que le pidiera. La joven, instigada por su madre, pidió la cabeza del Bautista, y Herodes, aunque a disgusto, mandó que lo decapitaran en la cárcel y le entregaran la cabeza en una bandeja a la joven, la cual se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a Jesús. De esta suerte, el Precursor del Señor, como lámpara encendida y resplandeciente, tanto en la muerte como en la vida dio testimonio de la verdad.

Oración: Señor, Dios nuestro, tú has querido que san Juan Bautista fuese el precursor del nacimiento y de la muerte de tu Hijo; concédenos, por su intercesión, que, así como él murió mártir de la verdad y la justicia, luchemos nosotros valerosamente por la confesión de nuestra fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.   Amén.

Pensamiento Franciscano

Digno es el Cordero, que ha sido degollado, de recibir el poder y la divinidad y la sabiduría y la fortaleza y el honor y la gloria y la bendición. Y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos (AlHor 3).

domingo, 26 de agosto de 2012

Mansedumbre y cortesía,
virtudes típicas de San Francisco (IV)


Por María Sticco

Suele decirse que una persona cortés siempre y con todos no puede ser sincera. Si por sinceridad entendemos espontaneidad instintiva, entonces la cortesía puede convertirse en una máscara «muy a tono»; mas cuando los instintos de agresividad y de repulsa son dominados de antemano por la mansedumbre de no juzgar, de no condenar, la cortesía es genuina, es abnegación de sí mismo, no por gusto propio sino por complacer a los demás, y se expresa en alegría. Por otra parte, la cortesía de san Francisco traspasaba todas las fronteras de la amistad y de la conveniencia, y se extendía, ¡con cuánta delicadeza!, hasta los ladrones de monte Casale, los herejes, los mahometanos.

Pensamiento Franciscano

San Buenaventura dice de san Francisco: -Si, por una parte, su intensa devoción y ferviente caridad lo elevaban hacia las realidades divinas, por otra, su afectuosa bondad lo lanzaba a estrechar en dulce abrazo a todos los seres, hermanos suyos por naturaleza y gracia. Pues si la ternura de su corazón lo había hecho sentirse hermano de todas las criaturas, no es nada extraño que la caridad de Cristo lo hermanase más aún con aquellos que están marcados con la imagen del Creador y redimidos con la sangre del Hacedor (LM 9,4a).

sábado, 25 de agosto de 2012

Mansedumbre y cortesía, virtudes típicas de San Francisco de Asís (III)


Por María Sticco

Cortesía significaba «uso de corte... cuando en las cortes antiguamente brillaban las virtudes y las buenas costumbres» (Dante: El Convite II, X, 8); cortesía significaba lealtad, proeza, liberalidad, o sea, generosidad en dar espléndidamente, sin reservas. Los trovadores iban cantando de castillo en castillo las loas del señor cortés, que se ataviaba «con el honor de la bolsa y de la espada», y el honor de la bolsa consistía en dar «con pronta liberalidad, dar a muchos, dar cosas útiles, dar sin haber sido rogado». Y el dar pronto a muchos «se asemeja a los beneficios de Dios, que es bienhechor universalísimo» (Dante: El Convite I, VIII, 2-4).

Esta cortesía ideal, que el niño Francisco había oído celebrar en las canciones provenzales, en las gestas de los paladines, en los romances del ciclo de Artús, y quién sabe si en los cuentos de su madre, florecía bajo la nieve y las zarzas de la ascética en la fantasía mística del convertido. La transfiguración de sí mismo en heraldo del gran Rey precisamente cuando, pobre y andrajoso, fue arrojado por unos bandoleros a una fosa de nieve del Subasio; la transfiguración de sus primeros compañeros en hijos del gran Rey, abandonados en el desierto, pero conservando siempre los derechos reales; la transformación de la aborrecida y humillante pobreza en dama Pobreza, su esposa y señora, así como la de los hermanos en caballeros de la tabla redonda; el saludo a las virtudes, como a parejas de nobles damas que desfilan en cortejo precediendo o acompañando a su soberana, son todo ello, en el fondo, fantasías caballerescas aplicadas metafóricamente a su mundo religioso.

Pero Francisco era hombre de oración y de acción. Como hombre de oración pensaba que «la cortesía es una de las propiedades de Dios quien, por cortesía, da su sol y su lluvia a justos e injustos, y es hermana de la caridad» (Florecillas 36). Como hombre de acción convertía en vida sus conceptos; y he aquí la incomparable cortesía del Poverello que, sin poseer nada, daba siempre. La mayor mortificación para un pródigo como rey de las fiestas debió consistir precisamente en no tener ya nada para dar. Su cortesía, no obstante, era así de ingeniosa como para encontrar todavía algo en sí para los mendigos: la capucha, el manto, la túnica, una manga de túnica, un retazo del manto. La historia de los mantos, o mejor, de los vestidos de san Francisco, constituye una pequeña epopeya, y comienza cuando, joven todavía en el mundo, cede su flamante armadura nueva a un noble venido a menos (cf. 2 Cel 5).

Fue cortés con sus hermanos. Para el fidelísimo fray León escribió de su propio puño una bendición especial (2 Cel 49). Poco antes de la muerte, cuando vio los «mostaccioli» (especie de bizcochos) traídos por la señora Jacoba, pensó en fray Bernardo, el primero de la primera hora: «Este manjar le sabrá bien al hermano Bernardo» (LP 12). Amó con predilección a fray Ángel de Rieti «excelente por su cortesía» (EP 85). Llegaba a adivinar el deseo de los hermanos que venían de lejos para pedir su bendición, o para oír una palabra tranquilizadora de sus conciencias, o en busca de una reliquia suya o incluso de su túnica; y bien pronto los dejaba complacidos privándose gustoso aun de lo más estrictamente necesario. Al fin de su vida, intuyendo el deseo de un hermano de hacerse con su túnica después de la muerte, se la ofreció, privándose de poderla dar a otro: «Te entrego esta mi túnica y sea en adelante tuya. Aunque la utilice mientras viva, a mi muerte te será devuelta» (2 Cel 50).

Fue todo un caballero para con las mujeres dignas de su protección o de su amistad, como Clara de Offreduccio, Jacoba de Settesoli, o como aquella desconocida que vino a pedirle la conversión de su marido que la tiranizaba; caballeroso con las madres de sus hermanos, a las que nunca les negó la ayuda, aunque costase el sacrificio de desprenderse del único ejemplar del Evangelio que poseía la pobre comunidad; de espíritu caballeresco con las mendigas ancianas hasta el grado de mandarles anónimamente y como «restitución» el manto o la tela de que podía disponer (cf. 2 Cel 92; LP 89; EP 33).

Fue cortés con los hombres más alejados de su ideal, como los ricos y todos aquellos que «viven y comen con regalo y visten lujosamente»; cortés, pero con una cortesía no formalista, sino derivada de la consideración de que «Dios es Señor nuestro y de ellos», y deben ser reverenciados como hermanos y señores (cf. TC 58).

Pensamiento Franciscano


Dice san Francisco en su Regla: -Todos los hermanos vístanse de ropas viles, y puedan reforzarlas de sayal y otros retazos con la bendición de Dios. A los cuales amonesto y exhorto que no desprecien ni juzguen a los hombres que ven vestidos de telas suaves y de colores, usar manjares y bebidas delicadas, sino más bien que cada uno se juzgue y desprecie a sí mismo (2 R 2,16-17).

viernes, 24 de agosto de 2012

Mansedumbre y cortesía, virtudes típicas de San Francisco de Asís (II)


Por María Sticco

Donde más resplandece la mansedumbre de san Francisco es en el comportamiento con sus hermanos, quienes le hicieron sufrir, y no tanto por una relajación culpable, cuanto por la imposibilidad humana de seguir su excepcional ejemplo. Respetuoso en extremo de la libertad ajena, no procedía autoritariamente contra los que rehusaban las reglas como «pesadas e insoportables»; manifestaba su voluntad inspirada por el Señor, mas «no quería entablar polémicas con ellos; se adaptaba a su voluntad, aun contra la suya propia. Después, ante el Señor, pedía perdón por ello» (LP 101). En compensación, él observaba con el máximo rigor la Regla, o sea, el Evangelio.

Pensamiento Franciscano

Dice san Francisco en su Regla: -Aconsejo de veras, amonesto y exhorto a mis hermanos en el Señor Jesucristo que, cuando van por el mundo, no litiguen ni contiendan con palabras, ni juzguen a los otros; sino sean apacibles, pacíficos y moderados, mansos y humildes, hablando a todos honestamente, como conviene. En cualquier casa en que entren, primero digan: Paz a esta casa (2 R 3,10-13).

jueves, 23 de agosto de 2012

Mansedumbre y cortesía, virtudes típicas de San Francisco (I)


Por María Sticco

Desde lo alto de los muros ferrugientos, las cárceles de Perusa miraban a Asís, pálidas, en las faldas del Subasio. El año 1202 encontrábanse allí, prisioneros de guerra, los vencidos en la batalla de Collestrada, quienes recibían del sol naciente a las espaldas de su ciudad el primer saludo del día. Entre los prisioneros, Francisco de Pedro Bernardone era el único que gastaba siempre buen humor; no se rebelaba contra la suerte, la aceptaba con intrépida alegría, como si se tratara de una aventura, preludio de otras mayores. Querido de todos por su optimismo y cordialidad, se valió de la simpatía que despertaba su persona para ayudar a un compañero de cautiverio, que era el polo opuesto a él: soberbio, molesto, lleno de sí mismo, alejado de los demás. Francisco, no obstante, se le acercó sin impacientarse, «soportó a aquel inaguantable», lo amansó con su cortés mansedumbre, lo reintegró al grupo (cf. 2 Cel 4; TC 4).

Santa Rosa de Lima


Homilía del Cardenal Tarcisio Bertone, 
Santuario de Santa Rosa de Lima, 30 de agosto de 2007

Isabel Flores y de Oliva, llamada Rosa por el frescor de su rostro, desde la adolescencia optó por seguir a Jesús con pasión ardiente, entrando a formar parte de la Tercera Orden dominicana y teniendo como modelo y guía espiritual a santa Catalina de Siena. Entregada al cuidado de los pobres y a los trabajos ordinarios que una chica desempeña cotidianamente en la casa, se impuso un régimen de vida austero marcado por una extraordinaria penitencia.

Santa Rosa de Lima


[Murió el 24 de agosto y su memoria se celebra el 23 del mismo mes]. Nació en Lima (Perú), en el seno de una familia numerosa de origen español, el año 1586. Viviendo de niña en su casa, se dedicó ya a una vida de piedad y austeridad. Desde jovencita sintió deseos de abrazar la vida claustral en las clarisas, pero su madre se opuso y optó por permanecer virgen en el mundo. Por eso rehusó el matrimonio que sus padres le proponían y en 1606 tomó el hábito de la Orden Tercera de Santo Domingo.

Pensamiento Franciscano

De la segunda carta de santa Clara a santa Inés: -Mira a Cristo pobre hecho despreciable por ti y síguelo, hecha tú despreciable por Él en este mundo. Reina nobilísima, mira atentamente, considera, contempla, deseando imitarlo, a tu Esposo, el más hermoso de los hijos de los hombres, que, por tu salvación, se ha hecho el más vil de los hombres, despreciado, golpeado y flagelado de múltiples formas en todo su cuerpo, muriendo en medio de las mismas angustias de la cruz (2CtaCl 19-20).

martes, 21 de agosto de 2012

La voz de la Iglesia que resuena dulcemente

San Pío X, Constitución apostólica «Divino Afflatu»

Es un hecho demostrado que los salmos, compuestos por inspiración divina, cuya colección forma parte de las sagradas Escrituras, ya desde los orígenes de la Iglesia sirvieron admirablemente para fomentar la piedad de los fieles, que ofrecían continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de unos labios que confiesan su nombre, y que además, por una costumbre heredada del antiguo Testamento, alcanzaron un lugar importante en la sagrada liturgia y en el Oficio divino. De ahí nació lo que san Basilio llama «la voz de la Iglesia», y la salmodia, calificada por nuestro antecesor Urbano VIII como «hija de la himnodia que se canta asiduamente ante el trono de Dios y del Cordero», y que, según el dicho de san Atanasio, enseña, sobre todo a las personas dedicadas al culto divino, «cómo hay que alabar a Dios y cuáles son las palabras más adecuadas» para ensalzarlo. Con relación a este tema, dice bellamente san Agustín: «Para que el hombre alabara dignamente a Dios, Dios se alabó a sí mismo; y, porque se dignó alabarse, por esto el hombre halló el modo de alabarlo».

Pensamiento Franciscano

Dice santa Clara en su Regla: -Las hermanas estén firmemente obligadas a tener siempre como gobernador, protector y corrector nuestro, al cardenal de la santa Iglesia Romana que haya sido asignado a los Hermanos Menores por el señor Papa, para que, siempre súbditas y sujetas a los pies de la misma santa Iglesia, estables en la fe católica, guardemos perpetuamente la pobreza y la humildad de nuestro Señor Jesucristo y de su santísima Madre y el santo Evangelio, que firmemente hemos prometido (RCl 12,12-13).

Pensamiento Franciscano

Dice san Francisco: -Bienaventurado el siervo que ama tanto a su hermano cuando está enfermo, que no puede recompensarle, como cuando está sano, que puede recompensarle. Bienaventurado el siervo que ama y respeta tanto a su hermano cuando está lejos de él, como cuando está con él, y no dice nada detrás de él, que no pueda decir con caridad delante de él (Adm 24-25).

domingo, 19 de agosto de 2012

Pensamiento Franciscano

San Buenaventura dice de san Francisco: -No se consideraba amigo de Cristo si no trataba de ayudar a las almas que por Él han sido redimidas. Y afirmaba que nada debe preferirse a la salvación de las almas, aduciendo como prueba suprema el hecho de que el Unigénito de Dios se dignó morir por ellas colgado en el leño de la cruz. De ahí su esfuerzo en la oración, de ahí sus correrías apostólicas y su celo por dar buen ejemplo (LM 9,4b).

sábado, 18 de agosto de 2012

El Señor se ha compadecido de nosotros

Del sermón 23A de san Agustín

Dichosos nosotros si llevamos a la práctica lo que escuchamos y cantamos. Porque cuando escuchamos es como si sembráramos una semilla, y cuando ponemos en práctica lo que hemos oído es como si esta semilla fructificara. Empiezo diciendo esto porque quisiera exhortaros a que no vengáis nunca a la iglesia de manera infructuosa, limitándoos sólo a escuchar lo que aquí se dice, pero sin llevarlo a la práctica. Porque, como dice el Apóstol, estáis salvados por su gracia, pues no se debe a las obras, para que nadie pueda presumir. No ha precedido, en efecto, de parte nuestra una vida santa, cuyas acciones Dios haya podido admirar, diciendo por ello: «Vayamos al encuentro y premiemos a estos hombres, porque la santidad de su vida lo merece». A Dios le desagradaba nuestra vida, le desagradaban nuestras obras; le agradaba, en cambio, lo que él había realizado en nosotros. Por ello, en nosotros, condenó lo que nosotros habíamos realizado y salvó lo que él había obrado.

Pensamiento Franciscano

Decía san Francisco: -La virtud ahuyenta al vicio. Donde hay caridad y sabiduría, allí no hay temor ni ignorancia. Donde hay paciencia y humildad, allí no hay ira ni desasosiego (Adm 27,1-2).

miércoles, 15 de agosto de 2012

La Asunción de la Virgen María

La Madre de Dios fue asociada estrechamente, por voluntad del Padre, a los misterios de su Hijo. Así, al igual que Jesús, también ella murió y fue sepultada. Pero, como dice el Prefacio, «el Señor no quiso que conociera la corrupción del sepulcro la mujer que, por obra del Espíritu, concibió en su seno al autor de la vida». Al respecto escribía Pío XII: «A la manera que la gloriosa resurrección de Cristo fue parte esencial y último trofeo de su más absoluta victoria sobre la muerte y el pecado, así la lucha de la bienaventurada Virgen, común con su Hijo, había de concluir con la glorificación de su cuerpo virginal... Por eso, la augusta Madre de Dios, misteriosamente unida a Jesucristo desde toda la eternidad, ... consiguió, al fin, como corona suprema de sus privilegios, ser conservada inmune de la corrupción del sepulcro y, del mismo modo que antes su Hijo, vencida la muerte, ser levantada en cuerpo y alma a la suprema gloria del cielo». Y la Constitución papal que en 1950 declaró el dogma de la Asunción concluía con esta definición: «Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial»

Oración: Dios todopoderoso y eterno, que has elevado en cuerpo y alma a los cielos a la inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, te rogamos, que, aspirando siempre a las realidades divinas, lleguemos a participar con ella de su misma gloria en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Canonización de Santa Clara

Santa Clara murió el 11 de agosto de 1253 en el monasterio San Damián, extramuros de Asís, y era tal su fama de santidad que el papa Inocencio IV, que presidió los funerales acompañado de su corte, dijo que, en aquella celebración, se le debía rezar el oficio de las santas vírgenes y no el de difuntos, como si quisiera canonizarla aún antes de que su cuerpo fuera entregado a la sepultura. Con toda pompa fue enterrado en la iglesia de San Jorge, dentro de las murallas de la ciudad, donde antes había sido enterrado también el cuerpo de san Francisco. Dos años después, terminado el proceso canónico en el que se probaron las virtudes heroicas de Clara y los muchos milagros que Dios había realizado por su medio, el papa Alejandro IV la canonizó solemnemente el 15 de agosto de 1255 en la catedral de Anagni.

Pensamiento Franciscano


Antífona que reiteraba san Francisco: -Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo ninguna semejante a ti entre las mujeres, hija y esclava del altísimo y sumo Rey, el Padre celestial, Madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros con san Miguel arcángel y con todas las virtudes de los cielos y con todos los santos ante tu santísimo amado Hijo, Señor y maestro (OfP Ant).

viernes, 10 de agosto de 2012

Pensamiento Franciscano


Santa Clara escribió a santa Inés de Praga: -Hermana carísima, esposa y madre y hermana de mi Señor Jesucristo, confortaos en el santo servicio comenzado con el deseo ardiente del pobre Crucificado, el cual soportó la pasión de la cruz por todos nosotros, librándonos del poder del príncipe de las tinieblas y reconciliándonos con Dios Padre (1CtaCl 12-14).

San Lorenzo


Diácono de la Iglesia de Roma. Según la tradición, era de origen español, concretamente de Huesca. Sufrió el martirio durante la persecución del emperador Valeriano el 10 de agosto del año 258, cuatro días después que el papa Sixto II y sus otros diáconos. Acusado de administrar incalculables bienes, declaró ante los jueces que la única riqueza de la Iglesia eran los pobres, atendidos solícitamente con las limosnas de la comunidad cristiana. Fue condenado a morir a fuego lento en la parrilla, y hasta el último momento puso de manifiesto su entereza y buen humor. Su sepulcro y la basílica a él dedicada se hallan en el Campo Verano de Roma, en el cementerio que luego tomó su nombre, y su culto se difundió pronto en toda la Iglesia.

Oración: Señor Dios nuestro, encendido en tu amor, san Lorenzo se mantuvo fiel a tu servicio y alcanzó la gloria en el martirio; concédenos, por su intercesión, amar lo que él amó y practicar sinceramente lo que nos enseñó. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

jueves, 9 de agosto de 2012

La Puerta de la Vida se abre a los que creen en el Crucificado

Del libro «La Ciencia de la Cruz» de Santa Teresa Benedicta de la Cruz

Cristo se sometió al yugo de la ley, guardando plenamente la ley y muriendo por la ley y por medio de la ley. Liberó, por ello, a los que desean recibir la vida. Pero no la pueden recibir, salvo que ellos mismos ofrezcan la suya propia. Porque los que han sido bautizados en Cristo Jesús, en su muerte han sido bautizados. Son sumergidos en su vida para devenir miembros de su cuerpo y padecer y morir con él, como miembros suyos.

Pensamiento Franciscano

De la carta de santa Clara a Ermentrudis de Brujas: -Oh carísima, mira al cielo que nos invita, y toma la cruz y sigue a Cristo que nos precede; porque, tras diversas y numerosas tribulaciones, por él entraremos en su gloria. Ama con todas tus entrañas a Dios y a Jesús, su Hijo, crucificado por nosotros pecadores, y que su memoria no se aparte nunca de tu mente; procura meditar continuamente los misterios de la cruz y los dolores de la madre que está de pie junto a la cruz. Ora y vela siempre (5CtaCla 9-13).

Beato Francisco Jagerstatter

Nació en St. Radegund (Austria) el año 1907. Era campesino, contrajo matrimonio y tuvo tres hijas. Se hizo terciario franciscano. Llamado a cumplir el servicio militar en 1943, en pleno conflicto mundial, declaró que como cristiano no podía servir a la ideología nazi y combatir en una guerra injusta. Ante el terror nazi, elevó su voz sin alardes, pero con gran valor, para defender a la Iglesia de la furia anticlerical y para anunciar con su ejemplo el amor al prójimo, que no es un enemigo contra el cual combatir. Recibió toda clase de presiones, incluso de sacerdotes, para que cambiara de actitud, pero se negó a jurar fidelidad al Reich. Fue procesado por insumisión en Berlín y condenado a muerte. Lo guillotinaron en Brandeburgo el 9 de agosto de 1943. Desde la cárcel envió una serie de cartas a su esposa, en las que destaca su entrañable e inquebrantable amor a la familia, a la Iglesia y a Dios, así como su petición de perdón por todos los sufrimientos que podía haber ocasionado con su decisión de oponerse a la guerra. Fue beatificado el año 2007.

Aprobación de la Regla de Santa Clara

La Regla redactada o dictada por santa Clara en persona, la suya propia, fue aprobada primero por el cardenal Rainaldo en septiembre de 1252 y confirmada luego solemnemente por Inocencio IV el 9 de agosto de 1253, dos días antes de la muerte de la Santa. Poco antes el Papa había ido a visitarla. Cuando el día 10 un hermano menor llevó a Clara la bula papal, la santa, tomándola reverentemente, se la llevó a los labios para besarla. Al día siguiente murió Clara y el pergamino pontificio se depositó en uno de los pliegues de su manto, donde permaneció ignorado hasta que casualmente se descubrió en 1893.

Oración: Oh Dios, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo en la pobreza de espíritu, merezcamos llegar a contemplarte en tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. 

Amén.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Santo Domingo de Guzmán


[Murió el 6 de agosto y su memoria se celebra el 8 del mismo mes].

Nació en Caleruega (Burgos, España) hacia el año 1171. Estudió teología en Palencia. Como sacerdote y canónigo de la diócesis de Osma, acompañó a su obispo al norte de Europa, y en aquellos viajes conoció los graves problemas de la Iglesia, los estragos que hacían las herejías, en particular la albigense en el sur de Francia, la deficiente preparación del clero, la vida poco ejemplar de clérigos y laicos. Consciente de la situación, se entregó a la predicación, y para dar mayor alcance a su tarea evangelizadora fundó, con los compañeros que se le adhirieron, la Orden de Predicadores o de los Dominicos, cuya influencia fue enorme en el siglo XIII y lo ha seguido siendo. Adoptó la Regla de San Agustín a la que se añadieron las Constituciones propias. La tradición ha unido en fraterno abrazo a santo Domingo y a san Francisco, símbolo de la comunión de sus dos familias al servicio de la Iglesia. Murió en Bolonia el 6 de agosto de 1221 y fue canonizado en 1234.

Oración : Te pedimos, Señor, que santo Domingo de Guzmán, insigne predicador de tu palabra, ayude a tu Iglesia con sus enseñanzas y sus méritos, e interceda también con bondad por nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

lunes, 6 de agosto de 2012

¡Qué bien se está aquí!

Del sermón de san Anastasio Sinaíta en el día de la Transfiguración del Señor

El misterio que hoy celebramos lo manifestó Jesús a sus discípulos en el monte Tabor. En efecto, después de haberles hablado, mientras iba con ellos, acerca del reino y de su segunda venida gloriosa, teniendo en cuenta que quizá no estaban muy convencidos de lo que les había anunciado acerca del reino, y deseando infundir en sus corazones una firmísima e íntima convicción, de modo que por lo presente creyeran en lo futuro, realizó ante sus ojos aquella admirable manifestación, en el monte Tabor, como una imagen prefigurativa del reino de los cielos. Era como si les dijese: «El tiempo que ha de transcurrir antes de que se realicen mis predicciones no ha de ser motivo de que vuestra fe se debilite, y, por esto, ahora mismo, en el tiempo presente, os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar al Hijo del hombre con la gloria de su Padre».

Transfiguración del Señor

Benedicto XVI, Ángelus del 6-VIII-06 y del 28-II-10

Queridos hermanos y hermanas:

El evangelista san Marcos refiere que Jesús se llevó a Pedro, Santiago y Juan a una montaña alta y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, «como no puede dejarlos ningún batanero del mundo» (cf. Mc 9,2-10). La liturgia nos invita hoy a fijar nuestra mirada en este misterio de luz. En el rostro transfigurado de Jesús brilla un rayo de la luz divina que él tenía en su interior. Esta misma luz resplandecerá en el rostro de Cristo el día de la Resurrección. En este sentido, la Transfiguración es como una anticipación del misterio pascual.

Pensamiento Franciscano

Santa Clara escribió a santa Inés de Praga: -¡Oh bienaventurada pobreza, que da riquezas eternas a quienes la aman y abrazan! ¡Oh santa pobreza, que a los que la poseen y desean les es prometido por Dios el reino de los cielos! ¡Oh piadosa pobreza, a la que el Señor Jesucristo se dignó abrazar con preferencia sobre todas las cosas! Las zorras, dice Él, tienen madrigueras, y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del hombre, es decir, Cristo, no tiene donde reclinar la cabeza, sino que, inclinada la cabeza, entregó el espíritu (1CtaCl 15-18).

La Transfiguración del Señor

Esta fiesta celebra el misterio de la vida de Cristo en el que su gloria y divinidad se asoman al tiempo y al mundo, permitiéndonos adivinar su identidad: Dios a la vez que hombre. El hecho nos lo refieren los evangelios. Camino de Jerusalén para sufrir la pasión, Jesús se retiró a un monte alto, el Tabor, con sus discípulos predilectos, Pedro, Santiago y Juan, para orar. Allí se transfiguró, y aparecieron Moisés y Elías, personificación de la Ley y los Profetas del Antiguo Testamento, que hablaban con Jesús de su muerte. Los apóstoles quedaron atónitos. Y oyeron una voz que salía de la nube que los envolvía: «Éste es mi Hijo, el amado, el predilecto, en quien me complazco. Escuchadle». La gloria de la divinidad resplandece en el rostro de Cristo, mientras el Padre lo acredita ante los apóstoles para que lo escuchen.-

Oración: Oh Dios, que en la gloriosa transfiguración de tu Unigénito confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de los profetas, y prefiguraste maravillosamente nuestra perfecta adopción como hijos tuyos, concédenos, te rogamos, que, escuchando siempre la palabra de tu Hijo, el predilecto, seamos un día coherederos de su gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.