En
la Admonición "Hay que esconder el bien para que no se pierda", dice
san Francisco: «Bienaventurado el siervo que atesora en el cielo los bienes que
el Señor le muestra, y no ansía manifestarlos a los hombres con la mira puesta
en la recompensa, porque el Altísimo en persona manifestará sus obras a todos
aquellos a quienes le plazca. Bienaventurado el siervo que guarda en su corazón
los secretos del Señor» (Adm 28).
"La Regla y la vida de los franciscanos seglares es ésta: guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís, que hizo de Cristo el inspirador y centro de su vida con Dios y con los hombres. Los Franciscanos seglares dedíquense asiduamente a la lectura del Evangelio, y pasen del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio."
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