Celano,
hablando de la devoción de san Francisco al Cuerpo del Señor, dice: «Quería que
se tuvieran en mucha veneración las manos del sacerdote, a las cuales se ha
concedido el poder tan divino de realizarlo. Decía con frecuencia: Si me
sucediere encontrarme al mismo tiempo con algún santo que viene del cielo y con
un sacerdote pobrecillo, me adelantaría a presentar mis respetos al presbítero
y correría a besarle las manos, y diría: "¡Oye, San Lorenzo, espera!, porque
las manos de éste tocan al Verbo de vida y poseen algo que está por encima de
lo humano"» (2 Cel 201).
"La Regla y la vida de los franciscanos seglares es ésta: guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís, que hizo de Cristo el inspirador y centro de su vida con Dios y con los hombres. Los Franciscanos seglares dedíquense asiduamente a la lectura del Evangelio, y pasen del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio."
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