lunes, 28 de enero de 2013

En la Cruz hallamos el ejemplo de todas las virtudes 



De las conferencias de Santo Tomás de Aquino

¿Era necesario que el Hijo de Dios padeciera por nosotros? Lo era, ciertamente, y por dos razones fáciles de deducir: la una, para remediar nuestros pecados; la otra, para darnos ejemplo de cómo hemos de obrar.

Para remediar nuestros pecados, en efecto, porque en la pasión de Cristo encontramos el remedio contra todos los males que nos sobrevienen a causa del pecado.

Santo Tomás de Aquino


Doctor de la Iglesia con el título de Doctor Angélico. Nació alrededor del año 1225, hijo de los condes de Aquino, en Roccasecca (Italia). Estudió en el monasterio de Montecasino y más tarde en Nápoles, donde conoció a los dominicos e ingresó en su Orden. Completó sus estudios en Colonia bajo la dirección de san Alberto Magno. Ya ordenado de sacerdote, marchó a la Universidad de París. Escribió muchas obras de filosofía y teología y ejerció también el profesorado, contribuyendo grandemente al desarrollo y sistematización de las ciencias eclesiásticas en su Orden y en la Iglesia. Su obra más conocida es la Suma Teológica. Decía: «Más he aprendido orando ante el crucifijo que de los libros». Después residió, como teólogo y maestro, en Nápoles, en Orvieto junto al Papa, en Roma, en París y una vez más en Nápoles. Cuando se dirigía al Concilio de Lyon, al que había sido invitado por el Papa, murió en Fossanova el 7 de marzo de 1274. Su fiesta se celebra el 28 de enero, día en que su cuerpo fue trasladado a Toulouse en 1369.

Oración: Oh Dios, que hiciste de santo Tomás de Aquino un varón preclaro por su anhelo de santidad y por su dedicación a las ciencias sagradas, concédenos entender lo que él enseñó e imitar el ejemplo que nos dejó en su vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


domingo, 27 de enero de 2013

El Dios de San Francisco


Por Sebastián López, OFM

Quisiéramos sugerir y señalar aquí la trascendencia y el eco que pudo tener en el tiempo y en la Iglesia que le tocó vivir a Francisco su visión, vivencia y praxis sobre el Dios revelado en y por Jesucristo. Me parece que podemos afirmar lo siguiente:

Pensamiento Franciscano


San Francisco manda en su Regla: --Dondequiera que estén o se encuentren los hermanos, muéstrense familiares mutuamente entre sí. Y confiadamente manifieste el uno al otro su necesidad, porque, si la madre cuida y ama a su hijo carnal, ¿cuánto más amorosamente debe cada uno amar y cuidar a su hermano espiritual? (2 R 6,7-8).

sábado, 26 de enero de 2013

Pensamiento Franciscano


Dice san Francisco en la Regla: Todos mis hermanos pueden anunciar esta exhortación y alabanza, entre cualesquiera hombres, con la bendición de Dios: Temed y honrad, alabad y bendecid, dad gracias y adorad al Señor Dios omnipotente en Trinidad y Unidad, Padre e Hijo y Espíritu Santo, creador de todas las cosas (1 R 21,1-2).

domingo, 13 de enero de 2013

La humanidad de Dios que irradia del rostro de Cristo


Por Martín Steiner, OFM

Francisco frecuenta, pues, el trato de los leprosos, cuida sus llagas. La vista diaria de su rostro desfigurado le prepara al descubrimiento de otro Rostro.

En esta época, a Francisco le gusta sumergirse en la contemplación de un icono del Crucificado, en la capilla ruinosa de San Damián, situada algo a las afueras de Asís. Un día, este icono recobra vida para él y lo interpela: «Francisco, ve y repara mi iglesia que, como ves, se derrumba en ruinas». Francisco queda conmovido por esta voz. Se consagrará con todas sus fuerzas a la ejecución de la orden recibida. Pero Francisco ha quedado fascinado, tanto o aún más, por el rostro del Señor. De estilo bizantino, el icono que contempla representa ciertamente a un Crucificado. Pero sus rasgos no evocan al hombre de dolores en cuanto tal. Lo que Francisco descubre en el rostro vuelto hacia él, es la humanidad de Dios. Ya no es el Dios de majestad, el todopoderoso, cuyos señoríos, los tenga el Imperio o la Iglesia, son, y muy a gusto, los garantes seguros de su poder. Tampoco el Dios que debía salir fiador del nuevo orden de cosas instaurado por el «común». Del Crucificado irradia una nueva gloria, la de la humildad de Dios. Dios hecho tan humilde que, en adelante, será el hermano de todos, pero principalmente del más pequeño, del más pobre. Se desposa con el destino humano hasta compartir la suerte del más miserable. ¡Humanización de Dios que es revelación suprema de su gloria! Sólo en Dios el amor es suficientemente poderoso para hacer suya la experiencia total del ser amado, incluida hasta la muerte.

Pensamiento Franciscano


Dice Francisco: --Considera, oh hombre, en cuán grande excelencia te ha puesto el Señor Dios, porque te creó y formó a imagen de su amado Hijo según el cuerpo, y a su semejanza según el espíritu. Y todas las criaturas que hay bajo el cielo, según su ser, sirven, conocen y obedecen a su Creador mejor que tú (Adm 5,1-2).

sábado, 12 de enero de 2013

El bautismo del Señor


Benedicto XVI, Ángelus del 7-I-07

Queridos hermanos y hermanas:

Se celebra hoy la fiesta del Bautismo del Señor, con la que concluye el tiempo de Navidad. La liturgia nos propone el relato del bautismo de Jesús en el Jordán según la redacción de san Lucas (cf. Lc 3,15-16.21-22). El evangelista narra que, mientras Jesús estaba en oración, después de recibir el bautismo entre las numerosas personas atraídas por la predicación del Precursor, se abrió el cielo y, en forma de paloma, bajó sobre él el Espíritu Santo. En ese momento resonó una voz de lo alto: «Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto» (Lc 3,22).

La mirada de San Francisco, 
mirada de un convertido


Por Martín Steiner, OFM

[En su Testamento Francisco recuerda que el Señor lo condujo entre los leprosos, que él los trató con misericordia y que, al separarse de ellos, lo que antes le parecía amargo se le convirtió en dulzura]. Los tres Compañeros mencionan el «beso al leproso», el beso que le devolvió el leproso a Francisco y las espléndidas limosnas que éste hizo a todos los leprosos, días después, en su hospital. Y concluyen: «Al salir del hospital, lo que antes era para él repugnante, es decir, ver y palpar a los leprosos, se le convirtió en dulzura» (TC 11).

Pensamiento Franciscano


Decía Francisco a sus hermanos: --Ninguna otra cosa deseemos, ninguna otra queramos, ninguna otra nos plazca y deleite, sino nuestro Creador y Redentor y Salvador, el solo verdadero Dios, que es pleno bien, todo bien, total bien, verdadero y sumo bien, que es el solo bueno, piadoso, manso, suave y dulce, que es el solo santo, justo, verdadero, santo y recto, que es el solo benigno, inocente, puro, de quien y por quien y en quien es todo el perdón, toda la gracia, toda la gloria (1 R 23,9).