Nuestro Señor
Jesucristo -escribe san Francisco- puso su voluntad en la voluntad del Padre,
diciendo: Padre, hágase tu voluntad; no como yo quiero, sino como quieras tú.
Y la voluntad del Padre fue que su Hijo bendito y glorioso, que él nos dio y
que nació por nosotros, se ofreciera a sí mismo por su propia sangre como
sacrificio y hostia en el ara de la cruz; no por sí mismo, por quien fueron
hechas todas las cosas, sino por nuestros pecados, dejándonos ejemplo, para que
sigamos sus huellas (2CtaF 10-13).
"La Regla y la vida de los franciscanos seglares es ésta: guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís, que hizo de Cristo el inspirador y centro de su vida con Dios y con los hombres. Los Franciscanos seglares dedíquense asiduamente a la lectura del Evangelio, y pasen del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio."
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