Celebramos
hoy el martirio, por degollación, de san Juan, el precursor del Señor, que le
preparó el camino, lo anunció y señaló, lo bautizó, y luego fue mártir de la
verdad y la justicia. Los evangelios nos dicen que Herodes Antipas encarceló a
Juan en la fortaleza de Maqueronte porque lo acusaba de vivir con Herodías,
mujer de su hermano Felipe. En la fiesta de su cumpleaños, le gustó tanto a
Herodes el baile de Salomé, hija de Herodías, que prometió darle lo que le
pidiera. La joven, instigada por su madre, pidió la cabeza del Bautista, y
Herodes, aunque a disgusto, mandó que lo decapitaran en la cárcel y le
entregaran la cabeza en una bandeja a la joven, la cual se la llevó a su madre.
Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a
Jesús. De esta suerte, el Precursor del Señor, como lámpara encendida y
resplandeciente, tanto en la muerte como en la vida dio testimonio de la verdad.
Oración: Señor, Dios
nuestro, tú has querido que san Juan Bautista fuese el precursor del nacimiento
y de la muerte de tu Hijo; concédenos, por su intercesión, que, así como él
murió mártir de la verdad y la justicia, luchemos nosotros valerosamente por la
confesión de nuestra fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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