Aplicaciones (I)
Francisco es maestro para sus seguidores no sólo
en lo tocante a los puntos fundamentales, las condiciones y las actitudes de la
oración, sino que también les transmite importantes indicaciones para su misma
oración práctica.
1. La mayor parte de las oraciones que nos han llegado
de Francisco son oraciones de glorificación y de alabanza.
Exhorta una y otra vez a alabar y glorificar al Altísimo. Alabar y glorificar a
Dios «por sí mismo» es lo más sublime que puede y debe hacer el hombre. Toda la
vida del franciscano debe ser precisamente un cántico constante de alabanza a
Dios y debe estimular a todos los hombres a esta alabanza del Señor: «Tal
debería de ser el comportamiento de los hermanos entre los hombres -decía
Francisco-, que cualquiera que los oyera o viera, diera gloria al Padre
celestial y le alabara devotamente» (TC 58). Para ello es esencialmente
necesario que esta alabanza divina encuentre de continuo su expresión inmediata
en la oración. La repetida exhortación del santo fundador a esta clase de
oración debe constituir un deber para sus hermanos y hermanas.