Esta
conmemoración fue instituida por el papa san Pío V en el día aniversario de la
victoria obtenida por los cristianos en la batalla naval de Lepanto (1571),
victoria atribuida a la Madre de Dios, invocada por la oración del rosario. La
celebración de este día es una invitación para todos a meditar los misterios de
Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo
especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del
Hijo de Dios. «El mes de octubre -dice Juan Pablo II- es el mes de María, mes
del rosario. Hubo un tiempo en que esta plegaria sencilla y profunda, rezada en
particular y en familia, se hallaba muy difundida en el pueblo cristiano.
¡Cuánto beneficiaría, si también hoy se redescubriera y valorara, especialmente
en el seno de los hogares! Ayuda a contemplar la vida de Cristo y los misterios
de la salvación; aleja los gérmenes de la disgregación familiar, gracias a la
incesante invocación a la Virgen; y es vínculo seguro de comunión y de paz.
Exhorto a todos, y de modo especial a las familias cristianas, a encontrar en
el santo rosario el consuelo y el apoyo diarios para avanzar por el camino de
la fidelidad».
Oración: Derrama,
Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido
la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, y con
la intercesión de la Virgen María, a la gloria de la resurrección. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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