«¡Tiemble el
hombre entero, que se estremezca el mundo entero, y que el cielo exulte, cuando
sobre el altar, en las manos del sacerdote, está Cristo, el Hijo del Dios vivo!
¡Oh admirable celsitud y asombrosa condescendencia! ¡Oh humildad sublime! ¡Oh
sublimidad humilde, pues el Señor del universo, Dios e Hijo de Dios, de tal
manera se humilla, que por nuestra salvación se esconde bajo una pequeña forma
de pan!» (CtaO 26-27).
"La Regla y la vida de los franciscanos seglares es ésta: guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís, que hizo de Cristo el inspirador y centro de su vida con Dios y con los hombres. Los Franciscanos seglares dedíquense asiduamente a la lectura del Evangelio, y pasen del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio."
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