Así
meditaba san Francisco el Padrenuestro: -Hágase tu voluntad en la tierra
como en el cielo: para que te amemos con todo el corazón, pensando siempre
en ti; con toda el alma, deseándote siempre a ti; con toda la mente, dirigiendo
todas nuestras intenciones a ti, buscando en todo tu honor; y con todas
nuestras fuerzas, gastando todas nuestras fuerzas y los sentidos del alma y del
cuerpo en servicio de tu amor y no en otra cosa; y para que amemos a nuestro
prójimo como a nosotros mismos, atrayéndolos a todos a tu amor según nuestras
fuerzas, alegrándonos del bien de los otros como del nuestro y compadeciéndolos
en sus males y no dando a nadie ocasión alguna de tropiezo (ParPN 5).
"La Regla y la vida de los franciscanos seglares es ésta: guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís, que hizo de Cristo el inspirador y centro de su vida con Dios y con los hombres. Los Franciscanos seglares dedíquense asiduamente a la lectura del Evangelio, y pasen del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio."
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