Paisano y contemporáneo de San Francisco, al que,
con dieciocho años, se unió en abril de 1208, siendo el tercero de sus
compañeros. Perteneció al grupo de los íntimos del Pobrecillo y lo acompañaba
habitualmente. De origen humilde, era pobre, analfabeto, peón. De fraile se
distinguió por su simplicidad y por su amor a la pobreza. Fue hombre de gran
experiencia mística y de ingenio natural penetrante; sus Dichos, que
conservamos, están llenas de tino ascético y de buen sentido. Hecho al trabajo
desde niño, ayudaba a los campesinos, de los que recibía víveres para sí y sus
hermanos. La devoción le llevó a visitar los grandes santuarios. De mayor vivió
entregado a la contemplación y penitencia en los eremitorios de Umbría, y murió
en el de Monteripido, cerca de Perusa, el 23 de abril de 1262.
Oración: Dios todopoderoso, que
elevaste al vértice de la contemplación al beato Gil, concédenos, por su
intercesión, que, amándote sobre todas las cosas, consigamos la paz que supera
todo deseo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.