lunes, 23 de abril de 2012

Es importante perseverar en la vida religiosa hasta el fin, viviendo en ella santamente

De los dichos del beato Gil de Asís

Hablando de sí mismo, fray Gil solía decir: «Prefiero disfrutar de menos gracias en la vida religiosa, que de muchas viviendo en el mundo, porque en éste abundan más los peligros y los auxilios espirituales son menos frecuentes. El pecador olvida fácilmente su propio bien y busca su mal, pues huye de la mortificación, de la vida de penitencia; no tiene decisión para ingresar en la vida religiosa, teme abandonar el pecado, que le rodea y envuelve, y prefiere quedarse en el mundo».


Cierta persona pidió consejo a fray Gil sobre si debía hacerse religioso o no. Obtuvo la respuesta siguiente: «Si un hombre pobrísimo supiera que un importante tesoro se halla en terreno sin propietario, ¿pediría consejo o más bien se adueñaría de este tesoro? ¿Por qué los hombres no se apropian el tesoro del Reino de los cielos?».

También afirmaba: «Muchos abrazan el estado religioso, pero luego no viven sus exigencias. Se asemejan al labriego que fue investido caballero a petición propia por el conde Rolando, y luego no supo defenderle porque desconocía el manejo de las armas. Para mí -seguía diciendo fray Gil- no considero un gran favor servir en la corte, ni verse obsequiado por el mismo rey; lo decoroso es adquirir porte cortesano, sabiéndolo llevar con dignidad y elegancia. La corte del gran Rey, ¿no es la fraternidad religiosa? No basta, pues, pertenecer a esta corte, ni disfrutar de las gracias espirituales que en ella se reciben con tanta abundancia, sino someterse a las reglas de este estado religioso y perseverar en él con fidelidad: eso sí que es importante. ¿Acaso no quisiera más vivir piadosamente en el mundo, deseando con ardor ingresar en religión, que permanecer en ella con tibieza?».

Otras veces aseguraba: «Me parece que Dios puso en el mundo la Orden franciscana para gran utilidad de los hombres; mas, si no respondemos a esta alta misión, será nuestra desdicha. La religión de los Hermanos Menores es la más pobre y, al mismo tiempo, la más rica, según creo. Y ése es nuestro gran peligro, que nos andemos por las nubes al marchar por caminos tan elevados. Es rico quien imita al Rico, es sabio aquel que imita al Sabio, es bueno quien imita al Bueno, es noble aquel que imita al Noble, es decir, el que imita a nuestro Señor Jesucristo».

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