Según una
tradición apócrifa, la Virgen María, a la edad de tres años, fue llevada al
templo de Jerusalén por sus padres, para ser debidamente educada en la religión
junto con otras niñas. Esta fiesta, típicamente oriental, recuerda la
dedicación de la basílica de Santa María la Nueva, construida cerca de Templo
de Jerusalén, en el lugar donde se creía que habían vivido los padres de la
Virgen. En verdad, lo que hoy celebramos es la consagración que María hizo de
sí misma a Dios, ya desde su infancia, movida por el Espíritu Santo, de cuya
gracia estaba llena desde su concepción inmaculada. En esta fecha son muchas
las personas que renuevan las promesas de consagración religiosa, recordando la
oblación primordial que hizo María de sí misma.
Oración: Te rogamos, Señor, que a
cuantos hoy honramos la gloriosa memoria de la santísima Virgen María, nos
concedas, por su intercesión, participar, como ella, de la plenitud de tu
gracia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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