La Iglesia celebra
esta solemnidad en honor de todos los santos, o sea, de todos los fieles que
murieron en Cristo y con Él han sido ya glorificados en el cielo. Esta fiesta
nos recuerda, pues, los méritos de todos los cristianos, de cualquier lengua,
raza, condición y nación, que están ya en la casa del Padre, aunque no hayan
sido canonizados ni beatificados; nos invita a pedirles su ayuda e intercesión
ante el Señor; y nos estimula a seguir su ejemplo, múltiple y variado, en
nuestra vida cristiana.
Oración: Dios todopoderoso y eterno, que
nos has otorgado celebrar en una misma fiesta los méritos de todos los santos,
concédenos, por esta multitud de intercesores, la deseada abundancia de tu
misericordia y tu perdón. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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