Al hablar de la
oración de san Francisco, jamás repetiremos bastante que todo está en tomar a
Jesús como Persona, que nos interpela, nos ama y nos pide ser amado. Es el
secreto de san Francisco.
Y esto, no sólo
respecto a Jesús crucificado, con la compunción del corazón, sino también a
Jesús resucitado, glorioso, en una visión completa del misterio pascual.
En el pasaje antes
citado de Celano, donde se describe la oración del Santo en los bosques, se lee
también: «...Allí conversaba con el amigo, allí se recreaba con el esposo» (2
Cel 95). Esta discreta alusión evoca un aspecto de la oración que conviene
evidenciar en la vida de san Francisco y, de rechazo, también en la nuestra.