Natividad de la
Virgen María, descendiente de Abrahán, nacida de la tribu de Judá y de la
progenie del rey David, de la cual nació el Hijo de Dios, hecho hombre por obra
del Espíritu Santo, para liberar a la humanidad de la antigua servidumbre del
pecado. La celebración del cumpleaños de la Virgen, en que los fieles le
ofrecen su homenaje e imploran su protección, está ligada a la basílica de
Santa Ana, construida en el siglo V en el ámbito de la piscina Probática (Jn
5,1-9), junto al templo de Jerusalén. La tradición localizaba allí la casa de
Joaquín y de Ana, padres de la Virgen. El protoevangelio apócrifo de Santiago
fija el lugar del nacimiento de María en las cercanías del Templo, y ya en el
siglo V los peregrinos visitaban junto a la piscina Probática «la iglesia de
Santa María, en la que ella nació». La basílica actual fue edificada por los
cruzados; en la cripta se venera la casa de Joaquín y de Ana, y el lugar del
nacimiento de su hija María. La liturgia une el aniversario del nacimiento de
la Virgen con la perspectiva del comienzo de los misterios de la salvación. La
celebración mariana es la primicia de los bienes que su Hijo nos traerá. En
esta misma fecha, o en los días inmediatos, se celebra también a la Virgen bajo
múltiples nombres y advocaciones.
Oración: Concede, Señor, a tus hijos el don de tu gracia, para que, cuantos
hemos recibido las primicias de la salvación por la maternidad de la
Virgen María, consigamos aumento de paz en la fiesta de su Nacimiento. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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