Celano dice de san
Francisco: «Leía a veces en los libros sagrados, y lo que confiaba una vez al
alma le quedaba grabado de manera indeleble en el corazón. La memoria suplía a
los libros; que no en vano lo que una vez captaba el oído, el amor lo rumiaba
con devoción incesante. Decía que le resultaba fructuoso este método de aprender
y de leer y no el de divagar entre un millar de tratados. Y aseguraba que
quien, en el estudio de la Escritura, busca con humildad, sin presumir, llegará
fácilmente del conocimiento de sí al conocimiento de Dios» (2 Cel 102).
"La Regla y la vida de los franciscanos seglares es ésta: guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís, que hizo de Cristo el inspirador y centro de su vida con Dios y con los hombres. Los Franciscanos seglares dedíquense asiduamente a la lectura del Evangelio, y pasen del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio."
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